Si tuvieras que ponerte en un escáner de fMRI — un enorme
imán en forma de dona que puede tomar un video de los cambios neuronales en el
cerebro — al presentarte la palabra "NO" por menos de un segundo, verías
una repentina liberación de docenas de hormonas estresantes y
neurotransmisores. Estos productos químicos interrumpen inmediatamente el
funcionamiento normal del cerebro, alteran la lógica, la razón, el
procesamiento del lenguaje y la comunicación.
De hecho, sólo ver una lista de palabras negativas
durante unos pocos segundos hará que una persona que tenga altos niveles de ansiedad
o de depresión se sienta peor. Entre más atención le des a estas palabras, más daño
se producirá en las estructuras claves del cerebro que regulan la memoria, los sentimientos
y las emociones.
Estas palabras negativas podrían incluso interrumpir tu sueño, tu apetito y tu
capacidad de experimentar satisfacción y felicidad a largo plazo.
Si vocalizas tu negatividad, o incluso si frunces ligeramente
el ceño cuando dices "no", más químicos del estrés serán liberados,
no sólo en tu cerebro, sino en el cerebro de tu oyente también. Tu oyente
experimentará mayor ansiedad e irritabilidad, socavando así la cooperación y la
confianza. El solo hecho de rodearte de personas negativas, hará que
desarrolles mayores prejuicios hacia las demás personas.
Cualquier forma de preocupación negativa — por ejemplo,
preocuparte por tu futuro financiero o por tu salud — estimulará la liberación
de neuro químicos destructivos. Y lo mismo puede decirse para los niños: entre
más pensamientos negativos tengan, mayor será la probabilidad de que experimenten
agitación emocional. Sin embargo, si les enseñas a pensar positivamente, esto puede
tener un impacto significativo en sus vidas.
El pensamiento negativo también se auto perpetúa, y
cuanto más te involucres en el diálogo negativo — en casa o en el trabajo, más
difícil resultará detenerlo. Pero las
palabras negativas, habladas con ira, hacen más daño aún. Envían mensajes de
alarma a través del cerebro, interfiriendo con los centros de toma de
decisiones en el lóbulo frontal, y esto aumenta la propensión de una persona a
actuar irracionalmente.
Las palabras que provocan miedo — como pobreza,
enfermedad y muerte — también estimulan el cerebro en una forma negativa. Y
aunque estos pensamientos temerosos no sean reales, otras partes de su cerebro
(como el tálamo y la amígdala) reaccionan a las fantasías negativas como si
fueran amenazas reales que ocurren en el mundo exterior. Curiosamente,
parecemos estar programados para preocuparnos — quizás un mecanismo de
supervivencia ancestral, cuando las amenazas para nuestra supervivencia eran
innumerables.
Para interrumpir esta propensión natural a preocuparse,
se pueden tomar varias medidas. En primer lugar, hazte esta pregunta: "¿Es
la situación realmente una amenaza para mi supervivencia personal?"
Generalmente no lo es y cuanto más rápido se pueda interrumpir la reacción a
una amenaza imaginaria en la amígdala cerebral, más
rápido puedes tomar acción para resolver el problema. Asimismo, podrás
disminuir la posibilidad de almacenar un recuerdo negativo permanentemente en tu
cerebro.
Después de que hayas identificado el pensamiento negativo
(que a menudo opera sólo por debajo del nivel de conciencia cotidiana), tu
puedes replantearlo eligiendo centrarte en imágenes y palabras
positivas. El resultado: disminuye la ansiedad y la depresión y el número
de pensamientos negativos inconscientes declinan.
El poder del Sí
Cuando los médicos y los terapeutas le enseñan a los
pacientes a centrarse en afirmaciones
positivas para desactivar los pensamientos negativos y las preocupaciones, esto
mejora el proceso de comunicación y el paciente recupera la confianza y el
autocontrol. Pero hay un problema: el cerebro apenas responde a nuestros pensamientos
y palabras positivas. Puesto que estas no son una amenaza para nuestra
supervivencia, el cerebro no necesita responder tan rápidamente como lo hace
con palabras y pensamientos negativos.
Para superar esta conexión natural a la negatividad,
debemos repetidamente y conscientemente generar pensamientos positivos
tanto como podamos. Barbara Fredrickson, una de los fundadoras de la psicología
positiva, descubrió que tenemos que generar al menos tres pensamientos y
sentimientos positivos por cada expresión de negatividad que
tengamos. Si expresas menos de tres, las relaciones personales y empresariales están
propensas a fallar. Este hallazgo se correlaciona con la investigación de
Marcial Losada con equipos corporativos, y la investigación de John Gottman con
las parejas matrimoniales.
Fredrickson, Losada y Gottman se dieron cuenta que si quieres
que tu negocio y tus relaciones personales realmente florezcan, necesitarás
generar por lo menos cinco mensajes positivos para cada enunciado negativo que haces
(por ejemplo, "Estoy decepcionado" o "Es que no esperaba.."
cuentan como expresiones de negatividad, así como fruncir el ceño o mover
la cabeza en señal de negación).
No importa si tus pensamientos positivos son
irracionales; aún así tienen la capacidad de mejorar tu sentido de bienestar, de
felicidad y de satisfacción
en la vida. De hecho, el pensamiento positivo puede ayudar a cualquier
persona a desarrollar una mejor y más
optimista actitud hacia la vida.
Los pensamientos y las palabras positivas impulsan los
centros motivacionales del cerebro a la acción y nos ayudan a construir
resiliencia cuando nos enfrentamos a los problemas de la vida. Según Sonja Lyubomirsky, una de las
investigadoras principales en el campo de la felicidad, si quieres desarrollar una
satisfacción permanente, debes regularmente tener un pensamiento positivo sobre
ti mismo, compartir tus eventos más felices con los demás y saborear cada experiencia
positiva en tu vida.
Nuestro consejo: elige sabiamente tus palabras y pronúncialas
lentamente. Esto permitirá interrumpir la tendencia del cerebro a ser negativo,
y como la investigación reciente ha demostrado, la mera repetición de palabras
positivas como amor, paz y compasión activará los genes específicos que reducen
el estrés físico y emocional. Te sentirás mejor, vivirás más tiempo y
construirás relaciones más profundas y más confiadas con los demás — en casa y
en el trabajo.
Como señalan Fredrickson y Losada, cuando generas un
mínimo de cinco pensamientos positivos por cada pensamiento negativo, experimentarás
"un rango óptimo de funcionamiento humano". Este es el poder del SI.
Traducción realizada por Alexander
Madrigal de un artículo publicado el 31 de Julio del 2012 por Mark Waldman
y Andrew Newberg, M.D. en Words
Can Change Your Brain
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