lunes, 25 de agosto de 2014

La Palabra que puede dañar el cerebro de quien la pronuncia y de quien la escucha



Si tuvieras que ponerte en un escáner de fMRI — un enorme imán en forma de dona que puede tomar un video de los cambios neuronales en el cerebro — al presentarte la palabra "NO" por menos de un segundo, verías una repentina liberación de docenas de hormonas estresantes y neurotransmisores. Estos productos químicos interrumpen inmediatamente el funcionamiento normal del cerebro, alteran la lógica, la razón, el procesamiento del lenguaje y la comunicación.

De hecho, sólo ver una lista de palabras negativas durante unos pocos segundos hará que una persona que tenga altos niveles de ansiedad o de depresión se sienta peor. Entre más atención le des a estas palabras, más daño se producirá en las estructuras claves del cerebro que regulan la memoria, los sentimientos y las emociones. Estas palabras negativas podrían incluso interrumpir tu sueño, tu apetito y tu capacidad de experimentar satisfacción y felicidad a largo plazo.

Si vocalizas tu negatividad, o incluso si frunces ligeramente el ceño cuando dices "no", más químicos del estrés serán liberados, no sólo en tu cerebro, sino en el cerebro de tu oyente también. Tu oyente experimentará mayor ansiedad e irritabilidad, socavando así la cooperación y la confianza. El solo hecho de rodearte de personas negativas, hará que desarrolles mayores prejuicios hacia las demás personas.

Cualquier forma de preocupación negativa — por ejemplo, preocuparte por tu futuro financiero o por tu salud — estimulará la liberación de neuro químicos destructivos. Y lo mismo puede decirse para los niños: entre más pensamientos negativos tengan, mayor será la probabilidad de que experimenten agitación emocional. Sin embargo, si les enseñas a pensar positivamente, esto puede tener un impacto significativo en sus vidas.

El pensamiento negativo también se auto perpetúa, y cuanto más te involucres en el diálogo negativo — en casa o en el trabajo, más difícil resultará  detenerlo. Pero las palabras negativas, habladas con ira, hacen más daño aún. Envían mensajes de alarma a través del cerebro, interfiriendo con los centros de toma de decisiones en el lóbulo frontal, y esto aumenta la propensión de una persona a actuar irracionalmente.

Las palabras que provocan miedo — como pobreza, enfermedad y muerte — también estimulan el cerebro en una forma negativa. Y aunque estos pensamientos temerosos no sean reales, otras partes de su cerebro (como el tálamo y la amígdala) reaccionan a las fantasías negativas como si fueran amenazas reales que ocurren en el mundo exterior. Curiosamente, parecemos estar programados para preocuparnos — quizás un mecanismo de supervivencia ancestral, cuando las amenazas para nuestra supervivencia eran innumerables.

Para interrumpir esta propensión natural a preocuparse, se pueden tomar varias medidas. En primer lugar, hazte esta pregunta: "¿Es la situación realmente una amenaza para mi supervivencia personal?" Generalmente no lo es y cuanto más rápido se pueda interrumpir la reacción a una amenaza imaginaria en la amígdala cerebral, más rápido puedes tomar acción para resolver el problema. Asimismo, podrás disminuir la posibilidad de almacenar un recuerdo negativo permanentemente en tu cerebro.

Después de que hayas identificado el pensamiento negativo (que a menudo opera sólo por debajo del nivel de conciencia cotidiana), tu puedes replantearlo eligiendo centrarte en imágenes y palabras positivas. El resultado: disminuye la ansiedad y la depresión y el número de pensamientos negativos inconscientes declinan.

El poder del Sí
Cuando los médicos y los terapeutas le enseñan a los pacientes a centrarse en afirmaciones positivas para desactivar los pensamientos negativos y las preocupaciones, esto mejora el proceso de comunicación y el paciente recupera la confianza y el autocontrol. Pero hay un problema: el cerebro apenas responde a nuestros pensamientos y palabras positivas. Puesto que estas no son una amenaza para nuestra supervivencia, el cerebro no necesita responder tan rápidamente como lo hace con palabras y pensamientos negativos.

Para superar esta conexión natural a la negatividad, debemos repetidamente y conscientemente generar pensamientos positivos tanto como podamos. Barbara Fredrickson, una de los fundadoras de la psicología positiva, descubrió que tenemos que generar al menos tres pensamientos y sentimientos positivos por cada expresión de negatividad que tengamos. Si expresas menos de tres, las relaciones personales y empresariales están propensas a fallar. Este hallazgo se correlaciona con la investigación de Marcial Losada con equipos corporativos, y la investigación de John Gottman con las parejas matrimoniales.

Fredrickson, Losada y Gottman se dieron cuenta que si quieres que tu negocio y tus relaciones personales realmente florezcan, necesitarás generar por lo menos cinco mensajes positivos para cada enunciado negativo que haces (por ejemplo, "Estoy decepcionado" o "Es que no esperaba.." cuentan como expresiones de negatividad, así como fruncir el ceño o mover la cabeza en señal de negación).

No importa si tus pensamientos positivos son irracionales; aún así tienen la capacidad de mejorar tu sentido de bienestar, de felicidad y de satisfacción en la vida. De hecho, el pensamiento positivo puede ayudar a cualquier persona a desarrollar  una mejor y más optimista actitud hacia la vida.
Los pensamientos y las palabras positivas impulsan los centros motivacionales del cerebro a la acción y nos ayudan a construir resiliencia cuando nos enfrentamos a los problemas de la vida.  Según Sonja Lyubomirsky, una de las investigadoras principales en el campo de la felicidad, si quieres desarrollar una satisfacción permanente, debes regularmente tener un pensamiento positivo sobre ti mismo, compartir tus eventos más felices con los demás y saborear cada experiencia positiva en tu vida.

Nuestro consejo: elige sabiamente tus palabras y pronúncialas lentamente. Esto permitirá interrumpir la tendencia del cerebro a ser negativo, y como la investigación reciente ha demostrado, la mera repetición de palabras positivas como amor, paz y compasión activará los genes específicos que reducen el estrés físico y emocional. Te sentirás mejor, vivirás más tiempo y construirás relaciones más profundas y más confiadas con los demás — en casa y en el trabajo.

Como señalan Fredrickson y Losada, cuando generas un mínimo de cinco pensamientos positivos por cada pensamiento negativo, experimentarás "un rango óptimo de funcionamiento humano". Este es el poder del SI.

Traducción realizada por Alexander Madrigal de un artículo publicado el 31 de Julio del 2012 por  Mark Waldman y Andrew Newberg, M.D. en Words Can Change Your Brain

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