“Un día un hombre llegó a un lugar bello pero también
misterioso que le llamó mucho la atención. El hombre entró a aquella colina y
caminó lentamente entre los árboles y unas piedras blancas. Dejó que sus ojos
se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.
Sobre una de las piedras, descubrió aquella
inscripción: “Aquí yace Abdul Tareg, vivió cinco años, seis meses, dos semanas
y tres días”.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra
no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un
niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su
alrededor, el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado tenía también una
inscripción. Se acercó a leerla; decía: “Aquí yace Yamin Kalib”, vivió tres
años, ocho meses y tres semanas.
El hombre se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso
lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas;
todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del
muerto. Pero lo que más le conectó con el espanto fue comprobar que el que más
tiempo había vivido sobrepasaba apenas los seis años.
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a
llorar. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó. "¿Qué pasa
con este pueblo? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?”, le
preguntó al cuidador.
El anciano respondió: "Puede usted serenarse. Lo
que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: Cuando un joven
cumple quince años, sus padres le regalan una libreta. Y es tradición entre
nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de
algo, abra la libreta y comience a anotar en ella: a la izquierda, qué fue lo
disfrutado en los pequeños y grandes detalles... a la derecha, cuánto tiempo
duró el gozo interior, la felicidad, a pesar de las adversidades. Las tumbas
que usted ve aquí, no son de niños, sino de adultos; y el tiempo de vida que
dice la inscripción de la lápida, se refiere a la suma de los momentos que duró
la verdadera felicidad de cada una de las personas que descansan en este
lugar”.
“Así pues –prosiguió el anciano dando una palmada en
la espalda de su interlocutor-, cuando alguien muere, es nuestra costumbre
abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su
tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo vivido”.
Del
Cuento al Cambio©
- ¿En qué le permite este cuento enfocarse específicamente?
- ¿Qué sentimientos le genera y cuáles escoge?
- ¿En qué momento de su vida le enfoca este cuento: presente, pasado o futuro?
- ¿En quién le enfoca el cuento, en usted o en otros?
- ¿Qué significado le da usted a este cuento?
- ¿Le lleva este cuento al final o al principio de algo?
- ¿Le ofrece el cuento una recompensa o un castigo?
- ¿Le invita a avanzar o a renunciar?
- Si anotara en una libreta los momentos de su vida que ha disfrutado intensamente a partir de sus 15 años, ¿Qué edad tendría usted al día de hoy?
- ¿Cuáles áreas de su vida personal, de pareja o familiar podrían beneficiarse si incluye en ellas el deseo de vivirlas con intensidad?
- ¿Además del entusiasmo, qué otras fortalezas de carácter puede utilizar para aprender a vivir la vida intensamente?
Convierta el vivir la
vida con intensidad en su meta personal y utilice el Generador de Preguntas Potenciadoras para
alcanzarla.
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Hasta la próxima entrega,
Coach Alexander Madrigal