Se dice popularmente que “el poder corrompe” y esto es
cierto cuando el poder es usado para afectar la libertad de otros, manipular,
controlar, destruir u obtener provecho personal.
Otra verdad en cuanto al poder que no se menciona muy
a menudo es que también el poder revela o descubre.
Es en los momentos de transición donde esta verdad se
hace más evidente pues todas las experiencias de transición, cambio o crisis,
revelan lo mejor o lo peor de nuestro carácter.
Los momentos de transición son todas aquellas
situaciones que involucran movernos de un punto a otro. Se dan a nivel
personal, de pareja, familiar o de grupo. Toda vez que necesitamos reconstruir en
alguno de esos niveles estamos ante un momento de transición.
El hombre o la mujer que enfrenta un cambio de trabajo,
o un cambio en la salud; la pareja que enfrenta una infidelidad o trabaja en el
perdón; la familia que enfrenta la adolescencia de un hijo, la menopausia de
una esposa o la crisis de la edad media de un esposo; todos estos son ejemplos
cotidianos de transición que requieren de reconstrucción, de re-edificación.
La forma en que respondamos a nuestros momentos de
transición revelarán lo mejor o lo peor de nuestro carácter según los roles que
desempeñemos como individuos, como pareja, como miembros de una familia, de una
empresa o de un grupo.
El carácter son los valores o fortalezas internas que
determinan nuestras acciones externas.
Hace más de 2400 años un hombre en la historia del
Israel bíblico fue enfrentado a un momento de transición y a una oportunidad de
usar sus fortalezas y revelar su carácter.
Su nombre era Nehemías y su historia la encontramos en
el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre.
En el año 445 a.C., Nehemías inicia la reconstrucción
de las murallas de la antigua ciudad de Jerusalén con la ayuda de los que
regresaron después del destierro babilónico.
En este proceso de transición, pasar de una ciudad
desprotegida a la seguridad de una muralla, los constructores enfrentaron mucha
oposición, pero se mantuvieron firmes y en 52 días lograron terminar el
trabajo.
Un área importante de este proceso de reconstrucción fue
la reparación de 10 puertas de la Muralla de Jerusalén, tal como se narra en
Nehemías 3:1-31.
Cada una de estas 10 puertas puede representar
simbólicamente una fortaleza de carácter que podemos desarrollar para permitir
que la reconstrucción, en nuestros propios momentos de transición, sea duradera
y que la transición sea fácil.
Para esta comparación de las fortalezas como puertas
de una muralla utilizaré el modelo de las 24 fortalezas de la Psicología
Positiva desarrollado por los Psicólogos Christopher Peterson y Martin E.P.
Seligman.
Le sugiero que realice este ejercicio de metáforas realizando
los siguientes pasos:
1.- Mire la puesta en práctica de cada fortaleza como
el equilibrio entre el uso en exceso o la falta de uso.
Una particularidad de las puertas es que deben abrirse
y cerrarse; por eso son puertas y no paredes. Lo mismo corresponde hacer con
las fortalezas. Debemos aprender a cerrar la puerta a veces para que la
fortaleza se quede (para evitar la carencia) y abrirla a veces para que la
fortaleza no se desborde (para evitar el exceso).
2.- Piense en su propio momento de transición
personal, esa situación que quiere resolver, esa reconstrucción que necesita
enfrentar ya sea a nivel individual, de pareja, de familia, laboral o de grupo
y vea cada puerta como una oportunidad para resolver esa situación.
3.- Para ayudarse en este proceso hagas las 3
preguntas básicas de todo proceso de cambio:
¿Qué necesito aprender de esto?, esta pregunta ayuda a
tomar conciencia.
¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido?, esta
pregunta ayuda a tomar responsabilidad.
¿Cuándo lo voy a hacer?, esta pregunta ayuda a tomar
acción.
1.- La Puerta de las Ovejas,
Nehemías 3:1
Esta puerta simboliza la Humildad. Carencia de
humildad produce orgullo y exceso de humildad produce auto-desprecio.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr que no entre a nuestro corazón el orgullo, la
tendencia a pensar que somos más importantes e indispensables de lo que realmente
somos.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos que la Humildad no se desborde al punto de llegar a despreciarnos
a nosotros mismos, la tendencia a pensar que no valemos nada y que los demás
puedan hacer de nosotros lo que quieran.
2.- La Puerta del Pescado,
Nehemías 3:3
Esta puerta simboliza la Espiritualidad. Carencia de
Espiritualidad produce materialismo y exceso de espiritualidad produce
fanatismo.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr que el materialismo no convierta la transición
en un fin último, en la meta suprema.
Todo proceso de cambio es solo un medio para
manifestar la espiritualidad, la fe, el sentido de que hay algo más profundo en
la vida. Crisis implica cambio, trasformación.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos que el fanatismo no se apodere de nuestra visión y nos
impida recordar que, en cuanto a nuestro potencial y posibilidades de
desarrollo, tenemos raíces y también tenemos alas
3.- La Puerta Vieja, Nehemías 3:6
Esta puerta simboliza el Amor por el aprendizaje, por
el conocimiento, por la Verdad. La carencia de deseos de aprender se manifiesta
en incredulidad o complacencia y el exceso se manifiesta en la actitud del
sabelotodo.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr que la incredulidad, la complacencia o la
duda no se apoderen de nuestra visión.
En toda transición es necesario romper con la
incredulidad de que no podemos superar el desafío. Si amamos la verdad, y nos
abrimos a la oportunidad de aprender descubriremos que las posibilidades de
cambio abundan a nuestro alrededor.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos convertirnos en persona que no creen que ya lo ha alcanzado
todo en la vida, sino que sabremos que siempre se levantarán nuevas montañas
que escalar, nuevos mares que navegar y nuevos horizontes que surcar.
4.- La Puerta del Valle, Nehemías
3:13
Esta puerta simboliza la Esperanza, el optimismo, la orientación
de futuro. La carencia de Esperanza produce negativismo y miedo y el exceso de
esperanza produce castillos en el aire.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr que nuestros temores más profundos no nos
venzan. Los temores se manifiestan a través de preguntas como ¿Seré abandonado?
¿Me verán como un perdedor? ¿Cómo me recordarán? La lista puede volverse
interminable, dependiendo de la programación negativa que esté en nuestras
mentes. Todas estas cosas salen a la luz en los momentos de transición.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos poner los pies sobre la tierra y eliminar la actitud
ilusoria y los sueños irreales.
5.- La Puerta del Muladar,
Nehemías 3:14
Esta puerta simboliza la Auto-regulación, la honestidad,
la integridad. La carencia se manifiesta en auto-indulgencia o poder
descontrolado y el exceso se manifiesta en inhibición o auto-limitación.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos ser conscientes del gran poder que tenemos a través
de nuestras palabras, pensamientos y acciones, para bien o para mal. Como
resultado aprenderemos a no usar el poder ligeramente y nos daremos cuenta del
daño que podemos hacernos a nosotros mismos o a otros. Aprenderemos a no llamar
bueno a lo que es malo.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos no llamar malo a lo que es bueno y podremos disfrutar la
vida con todo lo bueno que tiene para ofrecernos sin necesidad de sentir culpa
mientras ejercemos responsabilidad.
6.- La Puerta de la Fuente,
Nehemías 3:15
Esta puerta simboliza el Entusiasmo. La carencia de
entusiasmo se traduce en sedentarismo y en sentimientos de pérdida y abandono y
el exceso de entusiasmo se traduce en inquietud.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr que el proceso normal de duelo en todo
momento de transición no nos duela tanto y no nos desoriente ni que tratemos de
evitarlo.
Darnos cuenta de las estrategias que utilizamos para
reprimir o aliviar el duelo con distracciones es indispensable durante los
momentos de transición. La meta no es distraer el dolor si no enfrentarlo para
aprender de él.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos estar quietos por momentos, para ir y venir con un propósito
definido, con sentido y misión, entusiasmados, pero no atolondrados.
7.- La Puerta de las Aguas,
Nehemías 3:26
Esta puerta simboliza la Perseverancia. La carencia de
perseverancia se convierte en pereza y el exceso de perseverancia se transforma
en obsesión.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr no encontrar más fácil irnos a comer el
pasto más verde del vecino, para poder entrar en el proceso saludable de
reconstrucción, aunque ese proceso de reconstrucción no marche al principio
como lo esperamos. Todo cambio es difícil pero la satisfacción es aún mayor.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos que la obsesión, el tener ideas fijas, no se conviertan en
el impulso de nuestras acciones. Con un sentido claro de misión, lo cual nos
permite centrarnos, no habrá un límite a lo que podamos lograr.
8.- La Puerta de los Caballos,
Nehemías 3:28
Esta puerta simboliza la Valentía, llevar las riendas.
La carencia de valentía genera el sentimiento de que todo se ha salido de
control y el exceso de Valentía se traduce en temeridad, imprudencia.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr mantener todo en el lugar preciso y obtener una
sensación de seguridad que impedirá que nos hagamos preguntas como ¿Se
derrumbará todo lo que hemos edificado? ¿Qué tal si tomo la decisión
incorrecta? Las transiciones requieren de valentía para dejar ir.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos que la imprudencia no domine nuestros pensamientos,
sentimientos y acciones.
9.- La Puerta del Oriente,
Nehemías 3:29
Esta puerta simboliza la Perspectiva. La carencia de
perspectiva se manifiesta en falta de visión y el exceso de perspectiva revela necesidad
de controlar.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podremos entender el propósito de la vida es algo más que
las tareas que realizamos cotidianamente. Nuestra misión es mirar diez o
treinta años en el futuro y pasar la antorcha a las siguientes generaciones, y
asegurarnos que la puerta del oriente, la del amanecer, permanecerá abierta
para que nuestra herencia se expanda aun cuando hayamos partido. Esto es
visión, ver el bosque y no solo un árbol, el océano y no solo una gota de agua.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el
exceso, lograremos que la necesidad de controlar no se manifieste en nuestras
decisiones. El exceso de perspectiva hace que el panorama que nos ponemos por delante
luzca tan amplio que se produce en nosotros una sensación de agobio y esa
sensación de agobio hace que deseemos controlar lo que parece incierto.
10.- La Puerta del Juicio, Nehemías
3:31
Esta puerta simboliza la Equidad, la justicia, el
equilibrio. La carencia de equidad se manifiesta en no asignar la justa medida
a las personas o a los eventos y el exceso de equidad se manifiesta en
indiferencia.
Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para
evitar la carencia, podemos lograr el equilibrio entre lo que somos y lo que
hacemos. Muchas veces nuestra identidad se fusiona con lo que hacemos al punto
que creemos que somos el rol que desempeñamos. Esto es en parte normal, pues después
de desempeñar una función durante muchos años nos identificamos con nuestras
tareas. El problema es que cuando hay un momento de transición, de cambio o de
crisis, esa fusión se rompe y entramos en una crisis de identidad al pensar que
al dejar de hacer algo dejaremos de ser.
Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso lograremos que la indiferencia no sea el lente a través del cual nos vemos a nosotros mismos, a los demás, a las circunstancias o a la vida.
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