Esas
crisis pueden ser abstractas, como las dudas o el dolor existencial, la
frustración, la incertidumbre o en el vacío de una vida sin propósito; o pueden
ser situaciones más concretas como un divorcio, una infidelidad o la pérdida de
un trabajo.
Es
importante aprender que la crisis del momento que nos puede hacer sentir
encerrados, prisioneros, o sin salida, tiene que ver solamente con esa
circunstancia en particular pero no con la totalidad de nuestro ser.
Esto
nos plantea la posibilidad de elegir qué tanto de nosotros queremos mantener en
la oscuridad del encierro y liberar todo aquello que podamos para que esa
sensación de libertad nos inunde y nos ayude a superar esa circunstancia que interpretamos
como una prisión.
Para
lograr esto es necesario utilizar la crisis que sentimos que aprisiona como una
oportunidad de introspección, libres hacia adentro, en una búsqueda interna, un
momento de detención del paso del tiempo para aprender de la experiencia que
estamos atravesando.
Porque
lo que nos encierra realmente, lo que nos limita, además de la creencia de
estar prisioneros, es también el permitir que esa sensación de encierro se
transfiera a las fortalezas de nuestro carácter, todo aquello que nos hace
fuertes y libres, como la esperanza, el gozo, el optimismo o la fe.
Cuando
se ve la crisis como un encierro, como una cárcel, nuestro cerebro puede
producir imágenes relacionadas con esa comparación y esas imágenes nos limitan,
y nos quitan la libertad de encontrar soluciones.
Cuando
vemos la crisis como un encierro se desarrolla falta de visión, de empuje, de
propósito; porque una cárcel es oscura y allí los ojos no pueden ver
claramente.
Cuando
vemos la crisis como un encierro, se desarrollan pasos faltos de firmeza, sin convicciones,
ni seguridad; porque una cárcel es pequeña y allí los pies no pueden caminar
libremente.
Cuando
vemos la crisis como un encierro, nos contaminamos, nos volvemos insensibles,
ajenos a lo esencial, desconectados de lo profundo; porque una cárcel es sucia
y allí la ropa y la piel se contaminan.
Cuando
vemos la crisis como un encierro, desarrollamos falta de percepción e incapacidad
de recibir la verdad; porque una cárcel es aislada y allí los oídos se afectan
por el silencio rutinario.
Cuando
vemos la crisis como un encierro, la vida se nos va de las manos, ya no hay
gozo ni entusiasmo en el corazón; porque una cárcel es un ambiente de muerte y
allí la esperanza desfallece.
Cuando
vemos la crisis como un encierro, nos empobrecemos, nos faltan los recursos, y nos
olvidamos que nos tenemos a nosotros mismos; porque en una cárcel hay
carencias, allí el alimento y el agua faltan.
Ejercicio de aplicación:
Ejercicio de aplicación:
Cuando esté frente a una
crisis no use la metáfora de la cárcel para explicar lo que le sucede.
En cambio, siga los siguientes pasos:
En cambio, siga los siguientes pasos:
1.- Vea
más allá de lo aparente
2.- Camine un paso extra hacia adelante
3.- Sienta la libertad de su ser y no el aparente encierro del problema
4.- Preste atención a la enseñanza que recibe en medio de la experiencia.
5.- Reviva el gozo y la esperanza
6.- Alimente los recursos que posee o desarrolle nuevos
2.- Camine un paso extra hacia adelante
3.- Sienta la libertad de su ser y no el aparente encierro del problema
4.- Preste atención a la enseñanza que recibe en medio de la experiencia.
5.- Reviva el gozo y la esperanza
6.- Alimente los recursos que posee o desarrolle nuevos
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